Un cumpleaños celestial
Como el poeta que escribe cosas simples para trascender, hoy mi voluntad motivada se inspira para celebrar el día de tu cumpleaños. En ese entonces te llevaba la mejor de las canciones junto al saludo de todos tus hijos. Nos congregábamos para celebrar la virtud que emanaba de tu ser, la ternura infinita de tus actos; de tu profundo temor a Dios por la cual educaste a los tuyos. Disfrutábamos con el solo hecho de estar juntos en este mundo y compartir tus alegrías y tristezas; tus caros anhelos de cumplir como amiga, esposa y madre.
Ojalá que este día estuvieses con
nosotros para mostrarte a tus nuevos nietos y los bendigas. Pero hoy habitas en un mundo donde tu nombre
se ha grabado en la columna de los justos que encontraron gracia ante los ojos
de Dios.
Hoy en ese infinito mundo que
habitas celebras junto a los ángeles y a los tuyos. En este mundo terrenal te
evoco implorando me permitas sentarme en tus piernas y me trates como cuando
era un bebé. Hermosa sensación…
¡Siento tus latidos madre!
¡Tus caricias!..
¡Tus palmas en mi nalga!…
¡Tus jalones de oreja susurrando
un “mi hijo adorado… mi hijo amado!
¡Feliz cumpleaños MADRE!.
Fue mi oración de hoy y la lluvia
de esta mañana me acompañó. El sol
irradia su calor al tiempo que el pincel del ambiente húmedo del ambiente traza
tu infinito nombre en el cielo despejado de invierno.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su comentario