sábado, 17 de enero de 2015



Un cumpleaños celestial


Como el poeta  que escribe cosas simples para trascender, hoy mi voluntad motivada se inspira para celebrar  el día de tu cumpleaños. En ese entonces te llevaba la mejor de las canciones  junto al saludo de todos tus hijos. Nos congregábamos para celebrar la virtud que emanaba de tu ser, la ternura infinita de tus actos; de tu profundo temor a Dios por la cual educaste a los tuyos. Disfrutábamos con el solo hecho de estar juntos en este mundo y compartir tus alegrías y tristezas; tus caros anhelos de cumplir como amiga, esposa y madre.

Ojalá que este día estuvieses con nosotros para mostrarte a tus nuevos nietos y los bendigas.  Pero hoy habitas en un mundo donde tu nombre se ha grabado en la columna de los justos que encontraron gracia ante los ojos de Dios.

Hoy en ese infinito mundo que habitas celebras junto a los ángeles y a los tuyos. En este mundo terrenal te evoco implorando me permitas sentarme en tus piernas y me trates como cuando era un bebé. Hermosa sensación…

 ¡Siento tus latidos madre!
¡Tus caricias!..
¡Tus palmas en mi nalga!…
¡Tus jalones de oreja susurrando un “mi hijo adorado… mi hijo amado!
¡Feliz cumpleaños MADRE!.


Fue mi oración de hoy y la lluvia de esta mañana me acompañó.  El sol irradia su calor al tiempo que el pincel del ambiente húmedo del ambiente traza tu infinito nombre en el cielo despejado de invierno. 

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