viernes, 6 de septiembre de 2013

EL MILAGRO DE MAMÁ




EL MILAGRO DE MAMÁ


Mi Ángel lleva el nombre de mi Madre

Sábado 4 de septiembre del 2010. El reloj marcaba las 20:00. La noche mágica se tornaría lúgubre. El programa festivo de esa noche convocó a cientos, tal vez, miles de ciudadanos en la memorable Quinta Patricia para la elección de quien presidiría los eventos por el aniversario cantonal de la urbe. La prensa pendiente de los detalles había solicitado información al respecto. Mi rostro optimista pues en la víspera de mi cumpleaños había solicitado al Dios Supremo, hacedor de las cosas, “me conceda el Milagro de tener a mi madre junto a mí”. Y este finalmente se cristalizó a pesar de no percibirlo en un primer momento.


Las luces del espectáculo encendidas. Los artistas en escena listos. Mientras en el hospital Luis Vernaza de Guayaquil las luces de los equipos que determinaban su vida lentamente se apagaban. Había sido sometida a tres cirugías en su intestino grueso. A todas ellas venció. El animador del evento daba las primeras palabras de bienvenida. En la casa de salud la voz sensible proyectada en los altoparlantes llamaban a los familiares de Gladys Lusmila Balladares Arias, quien yacía en la sala de cuidados intensivos tres semanas atrás.

El espectáculo en mi ciudad generaba risas en los asistentes. En los corredores del hospital la sensación de muerte corría por las venas de mis hermanos. “Su madre ha muerto”. Palabras del médico de turno que rompieron el eco de aquel sitio trasladándose hasta el infinito.

La llamada del “pucho de los varones”, como cariñosamente llamamos a David, en medio del espectáculo fue determinante: “Dime mijo como estamos con la viejita” expresé y su llanto me quebró… “Ñaño mamá acaba de morir en este momento”. No recuerdo si mi corazón se aceleró tanto que a mi alrededor jamás vi personas sino enormes rocas que me impedían salir del espectáculo festivo para asistir a la escena tétrica del dolor y muerte, la cual fue acompañada por mi gran amigo “El Chichi”.

El llanto de mis hermanos en el hospital quebrantó mi conciencia. Ellos arreglarían todo lo concerniente a los trámites mortuorios del hospital. Yo preparaba el sitio para recibirla en mis brazos en medio de 4 tablas a las 03:00 de aquel 5 de septiembre del 2010. En ese entonces cuestioné a mi Dios por qué razón en la víspera de mi cumpleaños recibía esta noticia y no el milagro solicitado. Mirando al infinito proclamé a viva voz: “Vaya milagro que me das”. “¿Tú no eres Dios acaso? ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué esta cruz de quitármela tan joven si todo el tiempo te pedí que me des la gracia de cuidarla hasta cuando ella sea viejita? Me revelé lo admito y creo haber tenido esta postura hasta seis meses después cuando comprendí el Milagro de vida efectuado.



Para regocijo de cada uno de sus 7 hijos, de su esposo de sus tiernos nietos de ayer y de hoy el Milagro se cristalizó una vez que comprendimos que su rostro físico no está entre nosotros pero si su rostro angelical el cual traspasa este mundo. Hoy proclamo al mundo la alegría de haber nacido en el vientre sagrado de una mujer que compartió este mundo con amor y que hoy me conduce al Cielo nuevo donde la antorcha del Supremo Amor prevalece. Gracias Mamita por inspirar este escrito que se convierte en oración para mis hermanos, familiares y amigos…

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