lunes, 7 de noviembre de 2011

Hace una década la Selección nacional consumó una clasificación histórica


Nunca antes, 45 000 personas fueron tan felices en el quiteño estadio Olímpico Atahualpa. Cuando el árbitro mexicano Felipe Ramos pitó el final, los hinchas comenzaron una celebración que se extendió a todo el país. Ecuador, por fin, tras 10 intentos, había tenido éxito en una eliminatoria al Mundial. El miércoles 7 de noviembre del 2001, Ecuador empató 1-1 con Uruguay y alcanzó el punto que le faltaba para clasificarse al Mundial de Corea y Japón. Fue un cotejo difícil, con un cuadro ecuatoriano sufriendo ante un defensivo equipo uruguayo que tuvo la fortuna de irse al descanso con un gol, gracias a un penal que convirtió el charrúa Nicolás Olivera, quien había sido derribado por Geovanny ‘La Sombra’ Espinoza. Todo pintaba mal.

El estadio había pasado del fervor al silencio. El equipo del DT Hernán Darío Gómez no jugaba con claridad, sobre todo en el medio campo. “Édison Méndez estuvo muy recostado por el lado derecho y Cléber Chalá por el izquierdo. Edwin Tenorio solo se dedicaba a la marca y Alfonso Obregón intentó crear, pero su labor no bastó para abrir el marcador”, reseñó EL COMERCIO. Para el segundo tiempo, el ‘Bolillo’ Gómez ordenó el ingreso de Álex Aguinaga, quien por estar lastimado no estaba en condiciones de jugar los 90 minutos. Fue un acierto, porque el ‘Güero’ abrió la cancha y Ecuador pudo generar más opciones de gol. En el minuto 72 ocurrió la jugada que cambió la historia, cuando Aguinaga, tras recibir un balón retrocedido por el ariete Agustín Delgado, centró para que Iván Kaviedes anotara el empate con un cabezazo. El festejo fue ruidoso.

El resto del cotejo no generó mayor historia. Los uruguayos, que ya estaban cansados, a esas alturas solamente reventaban los balones hacia los graderíos, así que se cerraron aún más pues el punto también les convenía: mantenían su opción de jugar la repesca. La afición ecuatoriana, tras el pitazo final, se lanzó a un festejo sin parangón. No se ganó el partido, pero se conquistó un sueño. Fue el cierre de una eliminatoria intensa, que pasó a la historia por la clasificación pero que estuvo matizada por los bailes del ‘Bolillo’ antes de los partidos, por el balazo que recibió el DT, por el grito de: “¡Sí se puede!” que salió de las gradas, por la victoria inédita sobre el Brasil de Romario...

Pero lo más importante fue la consecuencia de este logro: “Por primera vez sacamos la cabeza en el mundo del fútbol. Esto me tiene inmensamente feliz como ecuatoriano, porque nuestro país se lo merecía desde hace tantos, tantos, años”, fue la conclusión que el ex delantero de la Tricolor y de Peñarol, el genial Alberto Spencer (+), compartió con EL COMERCIO, ese día.

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