sábado, 12 de noviembre de 2011

La gratitud, fortaleza para el espíritu

Imagen tomada de:
 http://blogsdelagente.com/prosperidaduniversal/tag/ley-de-gratitud/
Recordando el paso del tiempo siento la necesidad urgente de escribir estas líneas. La pregunta oportuna de qué es la gratitud de quien impecablemente arribó hasta mis sueños en aquella noche de luna llena, me brinda la ocasión propicia para definirla. Rápidamente,  los términos asimilados por la experiencia determinada en el “mundo de las ideas” florecen.  Entonces respondo que es un “sentimiento que experimenta una persona al estimar un favor o beneficio que alguien le ha concedido”.

Con razón se afirma que la gratitud es uno de los valores que todo ser humano debe cultivar. Ser grato de quien nos proporciona la vida es ya una de las primeras manifestaciones del espíritu  cuyo pasaporte de trascender los límites intelectuales nos transforma en mejores seres humanos. Las primeras muestras de afecto determinada por la familia donde uno nace nos permite sentir el calor de una sociedad que desde ese entonces es grata por todo el aporte que sabrás brindarla.

Will Rogers, redactor estadounidense, quien rodó 71 películas  (50 mudas y 21 sonoras),  aseguró que siempre es bueno dar  “gracias a los hombres y mujeres que nos hacen felices, ellos son los encantadores jardineros que hacen florecer a nuestros espíritus”.

Bajo esta definición anhelo fervientemente ser grato de mis padres y hermanos; de mi maestra de escuela, de mis maestros en el bachillerato; de mis amigos de la infancia; de mis compañeros de lucha en un proceso religioso; de la mujer que amo; de mis hijos, así como de quienes a lo largo de mi vida profesional han tenido la dicha de soportarme.  De ellos soy grato porque aprendí  a ser mejor cada día. Y de una manera particular soy grato de los directivos de la UNEMI quienes me han dado la ocasión propicia de servirla con entereza, con entrega desmedida durante los casi nueve años como docente y mi primer año ejerciendo funciones administrativas. A ellos mi gratitud inmensa. Solo así siento que el espíritu se fortalece. Cuando desperté de mi sueño sentí que un ser transcendente alzaba sus alas y me abandonaba. Entonces comprendí que hablaba con mi Ángel de la Guarda.

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