lunes, 10 de octubre de 2011

Quito-Latacunga sendero de los volcanes

Christian Colombo Cordero colomboc@granasa.com.ec


El alba anuncia una mañana de sol radiante y cielo despejado en Quito, clima perfecto para nuestro penúltimo viaje ferroviario por las rutas habilitadas del tren: El denominado paseo de los volcanes.
El celeste vivo del cielo se adorna con pequeñas y acolchonadas nubes blancas que se dispersan y huyen rápidamente ante la presencia del calcinante sol, que 'batalla' por mantener cálido el ambiente de una madrugada de viernes. El 'combate' climático provoca un vacilar de temperaturas y sensaciones en el cuerpo que, por ratos, lo hace sudar y enchinar.

Con dirección al sur, donde la Virgen del Panecillo nos da la espalda y la arquitectura citadina cambia por completo para darle paso a las antiguas fachadas de barrios históricos capitalinos, se encuentra la estación Eloy Alfaro, más conocida como Chimbacalle, reinaugurada el 5 de junio de este año.
Por previsión, se cita a los viajeros una hora antes de la partida, pactada para las 08:00 y cuyo destino es Latacunga. En los patios de la estación, la vieja pero renovada locomotora número 17 -año en que fue traída al país (1917)- está parqueada a la espera de su reactivación para circuitos turísticos, igual que la número 11 que salió el mes pasado de Durán a Yaguachi, como parte del proyecto-emblema del Gobierno, que prevé recuperar 456 km. de línea férrea de Durán a Quito.
Los turistas emocionados posan junto a esta sui géneris 'modelo' que espera, algún día, volver a su 'pasarela' de rieles.

Puntualmente, la campana de la estación y el pito de la máquina, advierten a los 27 turistas -nacionales y extranjeros- que la hora del embarque al autoferro ha llegado.
La máquina emprende la marcha y un grisáceo panorama pintado por las paredes de cemento de las casas sin pintar del sur capitalino acompaña al viajero. Los niños uniformados que caminan rumbo a la escuela saludan con alegría y sorpresa al automotor resguardado por varios motociclistas, quienes se encargan de detener el tránsito vehicular y despejar la vía. Su función: asegurar el paso óptimo del transporte, que se menea constantemente de derecha a izquierda, en una sacudida mareante, que inicialmente incomoda, pero a la que luego el viajero se adapta.

Más Información: http://bit.ly/rp6grF

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